Se acaba de teñir la melena de rubio e interpreta a una mujer luminosa en la última película de Woody Allen. La actriz quiere acabar con el halo misterioso que la envuelve y condiciona. ¿Lo conseguirá?
A Woody Allen la actriz de Crepúsculo le parece joven, luminosa y seductora.Lejos de la oscuridad y el misterio que la envuelven, así la ve él en su nueva película, Café Society. Sin embargo, Kristen Stewart (Los Ángeles, 1990) no puede escapar de la etiqueta de reina del cine independiente internacional. Lo demuestra, entre otros, el hecho de haber sido la primera intérprete americana en ganar un César francés, en el pasado Festival de Cannes. Pero Allen y el segundo filme que ha rodado con Olivier Assayas, Personal Shopper, pretenden ser su reinvención definitiva. Stewart, quien empezó a trabajar en Hollywood con nueve años, ha aprendido a hablar honestamente, aunque la timidez aún saque a relucir su lenguaje no verbal: no puede parar de mover sus piernas, juega con sus anillos y casi no mira a los ojos. Pero, eso sí, responde sin rodeos.
Café Society es su tercera película con Jesse Eisenberg. ¿Es su actor fetiche?
Sí, de hecho, acabábamos de terminar American Ultra cuando empezamos con Woody Allen. No me dio tiempo ni a echarlo de menos. Jesse y yo somos muy amigos. Tenemos un lenguaje propio, conversaciones que a la mayoría de la gente no le interesarían porque somos demasiado analíticos, oscuros, esotéricos… Además, en Café Society interpreto a una mujer seductora e indefensa, y con él no me daba vergüenza. Con Jesse es fácil, hay pocas personas con las que me sienta tan cómoda.
Ha dicho que los papeles más curiosos son los que le enseñan algo de usted. ¿Qué aprendió esta vez?
Reflexioné sobre los diferentes tipos de amor que existen. Fue liberador y revelador. Admiro la capacidad de mi personaje para valorar el momento y aferrarse a él. Papeles así te abren la mente.
Woody Allen ha afirmado que en cuanto la vio se la imaginó como «una joven con calcetines blancos que vive en el campo».
En el casting me dijo: «Creo que eres una gran actriz, que serías perfecta para el papel, irá bien si sacas esa cualidad alegre. Necesito ver que puedes ser divertida, espontánea, impulsiva… La película solo funcionará si tú eres cautivadora». Hice la prueba, una lectura fría, y salí de allí convencida de que no me llamaría. Pero llamó.