Son jóvenes, desconocidos para muchos espectadores, pero capaces de llenar salas en los estrenos y de generar empatía en tiempos de crisis. Este verano asaltarán las pantallas de los cines con alguna de las superproducciones más esperadas.
Te harán sentir la edad. Así son las nuevas estrellas de Hollywood, ubicuas, con éxito, no libres de escándalo, y todo ello, por lo general, sin llegar al cuarto de siglo. Eso es precisamente lo que les une y les va separando de sus predecesores, que cada vez son más jóvenes. ¿Acaso no quedó claro en la última edición de los Oscar con dos candidatas por debajo de la veintena?
La generación de la ironía la llaman. Son actores que, contra todo pronóstico, la mayoría de ellos estudian y todos trabajan, y mucho. Muy alejados del cliché de actor torturado que abandonó sus estudios para nunca mirar atrás y cuya única ocupación durante años fue buscar esa oportunidad huidiza.
Hace tiempo que ese tipo de estrella, la del galán rebelde de pelo en pecho, dejó de estar de moda. El éxito de la saga crepuscular no hizo más que darles la puntilla. ¿Por qué invertir durante años en estrellas a la antigua usanza cuando en Hollywood florecen cada día nuevos Robert Pattinson y Kristen Stewart? Son ellos los que llenan las salas, y una industria enamorada de la juventud como Hollywood está convencida de que estrellas como estas, en todo su esplendor e inocencia, serán capaces de repetir el mismo fenómeno en cualquier género cinematográfico. Es un problema de saber venderlos bien.
¿Exageraciones? Así lo cree Kevin Bacon, que ni se sintió viejo al ser el más veterano de X-Men: Primera generación ni piensa que las cosas hayan cambiado tanto. “Muchos tienen la edad que yo tenía cuando empecé y ya son lo mejor de su clase, pero más que sentirme viejo me dan nueva energía. Nunca es demasiado tarde para aprender”, justifica este actor, que se acerca a los 53 años. Lo que no dice es que su salto a la fama con Footloose le pilló con 26 años mientras que Jennifer Lawrence, a su lado en la nueva entrega de la Patrulla X, tiene 20 años y disfruta ya de una candidatura al Oscar.
X-Men: Primera generación no es la única gran producción del verano en manos de estrellas que en algunos casos ni han cumplido la edad legal para poder beber. “Fue surrealista llevar a alguien ahí abajo dándole a los pedales porque yo todavía no puedo conducir”, dice sin disimular la risa de niña Elle Fanning. Siempre inocente en persona, pero madura en la pantalla, Fanning es con 13 años la protagonista deSuper 8, una película para este verano que dirige J. J. Abrams y produce Steven Spielberg.
Otra de estas grandes superproducciones veraniegas, también con el sello Spielberg y la más cara del año, con un presupuesto cercano a los 200 millones de dólares, es Transformers: el lado oscuro de la luna. Su protagonista: Shia LaBeouf, a sus 25 años es una veterana entre las estrellas de Hollywood al frente de una saga que lleva amasados 1.550 millones de dólares en todo el mundo.
Son muchas las explicaciones que existen sobre la denominada generación de la ironía. Que su juventud apela a un amplio margen demográfico, ese situado entre los 14 y los 28 años, que es realmente el que llena las salas a la hora del estreno. Que son baratos e intercambiables porque el Robert Pattinson de hoy es el Robert Pattinson del que mañana nadie se acuerda. ¿O acaso no es ese el caso de Elijah Wood y Daniel Radcliffe? Dos actores que desde que acabaron El señor de los anillos y Harry Potter, las dos sagas que respectivamente protagonizaban, andan a la búsqueda de una nueva identidad antes de entrar en la treintena. “Si tuviera 17 años y supiera lo que sé ahora, no sé si me metería a actriz”, confiesa Jodie Foster, ejemplo de cómo sobrevivir a una carrera precoz en Hollywood.
Otro de los razonamientos más comunes a la hora de justificar la juventud de las nuevas estrellas es, cómo no, la actual crisis mundial, porque en una era de cinismo y preocupaciones económicas es más fácil identificarse con estos jóvenes con un mundo incierto aún por descubrir que con un George Clooney asentado en su villa del lago Como. “Veo a alguien como Anton [Yelchin], a sus 22 años, y me acuerdo de ese hombre, de esa atención al detalle, que conocí en su día y que solo va a mejor. Tras 35 años de carrera, yo tengo otra relación con la industria”, añade el polémico Mel Gibson, con una energía que siguen con deseo incluso quienes fueron estrellas.
Además están esos otros nuevos astros herederos de los de antaño. Max Irons, Henry Hopper o Jack Huston, hijos de Jeremy Irons, Dennis Hopper o nieto de John, bisnieto de Walter y sobrino de Angelica Huston, respectivamente, que ahora despuntan por sus propios méritos. “Mi primera reacción fue de terror cuando le vi adentrarse en esta industria tan diferente a la que yo conocí. Ahora está totalmente obsesionada en las cualidades de los jóvenes y les chupa la sangre hasta dejarlos sin gota”, reconoce con preocupación de padre el mayor de los Irons.
Aun así, hay poco que puede hacer, y la cartelera lo demuestra. Junto a los grandes títulos del verano son más los proyectos que cuentan con un plantel de aprendices de estrellas entre sus protagonistas como The help, la historia de esas jóvenes universitarias que acuden a estudiar con sus criadas negras en la América de los sesenta; Twylight Zone, de David Chase, donde un grupo de músicos decide preparar su salto a la fama, o In time, de Andrew Niccol, sobre una civilización incapaz de envejecer más allá de los 25.
Todo eso por no citar la invasión de cuentos populares que amenazan las pantallas y las nuevas generaciones de superhéroes, historias de origen como la que prepara Andrew Garfield sobre el nuevo hombre araña. Un amplio catálogo de títulos que dará trabajo a toda una nueva generación de futuras estrellas, de las que son una muestra las que aparecen en este reportaje.