sábado, 30 de junio de 2012

Cosmópolis es una obra de arte absoluta, y el rendimiento de Robert Pattinson no es más que espectacular



"Prepárate para ser sorprendido", reza el lema de Cosmópolis, a lo largo de la adaptación esperada de David Cronenberg de la novela de Don DeLillo, y dado el hecho de que el ídolo adolescente Robert Pattinson adorna los carteles, mientras una bestia cae encima de la limusina, se tiene la sensación de que es su interpretación la que nos dirige. Él es sin duda la mayor estrella del momento, lanzado desde una relativa oscuridad a la luz cegadora a través de la saga de Crepúsculo, y la legión de fans que ha logrado acumular. La preocupación de Pattinson en ser tan estrechamente vinculado (encasillado) a Crepúsculo, aunque hay signos de disminuir, más difícil será para él elaborar una carrera cuando la franquicia, inevitablemente, termine.

Felicitaciones a él, entonces por hacer Cosmópolis, oscura, con un cambio desafiante y radical de ritmo dirigida por David Cronenberg. Voy a ir directo al grano: La película es una obra de arte absoluta, y el rendimiento de Robert Pattinson es poco menos que impresionante.

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"Quiero hacerme un corte de pelo" el joven multimillonario Eric Packer (Pattinson) exige en el inicio de la película. "El Presidente está en la ciudad, las calles se eliminarán del mapa" su seguridad le advierte. A Packer no le importa. Él quiere conseguir un corte de pelo, y que quiere llegar al otro lado de la ciudad. Él es un multimillonario, que consigue lo que quiere, el mundo gira en torno a él y él a solas.

Así que esta es la película: la conducción de Packer a través de la ciudad para conseguir su corte, mientras que fuera. Nueva York se encuentra en medio de una revuelta contra el capitalismo. A la vista de que esto podría ser interpretado como un intento bastante cínico de explotar el espíritu de la época, la yuxtaposición de una ciudad entera con malestar y con el deseo de un hombre sin importancia, un banquero golpeado sin una longevidad cinematográfica real. Esto es lo que me temía que sería. Estaba equivocado por completo. 

La película se las arregla para inyectar una brillante acción y un cinetismo vibrante en un espacio pequeño, en este caso, la limusina en la que la mayoría de la historia tiene lugar. Packer se sienta en su trono de cuero como una marioneta ebrio, con la gente entrando y saliendo de su vehículo, ya sea para advertirle, para asesorarle, para protegerle, para examinar su próstata o la mierda de él y su reacción es similar no varía, si se le está diciendo que tiene una amenaza contra su vida o si él tiene a Juliette Binoche retorciendose en torno a su entrepierna. Esta es la cosa más importante que hay que saber sobre Packer como personaje, que está completamente alienado (perturbado) por el mundo real a su alrededor, en lugar de eso se ocupa en abstracciones. Para él, el tiempo es la moneda. Lo vemos llegar entusiasmado con septillones de segundos y con ganas de comprar una iglesia llena de pinturas de Rothko, pero poco más.

A pesar de ello, Packer se esfuerza por comprender lo físico, y lo concreto. Él constantemente re-afirma su conocimiento mediante la repetición de la frase "Yo sé que es esto", al tiempo que pasar la película en búsca de comida y el sexo, o, en ocasiones extremas la auto-mutilación con el fin, al parecer, de experimentar otra cosa que las cifras que llenan su cabeza . La única película en la memoria reciente que tiene una postura similar sería El Club de Lucha de David Fincher, que al mismo tiempo crítica y se posiciona dentro de un marco capitalista, al mismo tiempo, examinando el dinero y el efecto que tienen las sociedades de capital sobre la masculinidad. El guión es brillante en la aplicación de este punto. Se lee como la poesía del capitalismo, a veces muy divertido, a veces muy densa hasta el punto de ser totalmente alienante para el espectador, de manera deliberada. Al no haber leído la novela de DeLillo no sé qué parte de la escritura fue sacada directamente de la fuente de material y la cantidad que Cronenberg escribió, pero sin duda el diálogo fluye maravillosamente y con un ritmo feroz.

Hablando de ritmo, la banda sonora de la película, recuerda a Escape From New York de John Carpenter, es fenomenal. Si la banda sonora de Drive tuvo entusiasmado a todo el mundo el año pasado, entonces ésta es iagual de buena. Energía eléctrica, tensa y arrogante, eleva algunas escenas a niveles estratosféricos, y no menos importante de la película el tono perfecto del clímax.

Seis personas salieron de la proyección de Cosmópolis a la que asistí, presumiblemente eran Twi-hards que querían ver a Robert Pattinson, o tal vez querían algo lineal y fácil de seguir. No haga caso de ell@s y vaya a ver esta película, probablemente la pieza más interesante del cine de este siglo.

Source | via | Traducción, adaptación y vía PattinsonWorld Via rpcinema-screen

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