Robert Pattison, durante el encuentro con los lectores de ELMUNDO.es.
Llegó el domingo a Barcelona, venía de Berlín. Ya está volando hacia Londres. Pero no puede hacer turismo. Gritan a su paso. Y Robert Pattinson es tímido, muy tímido. Se protege como puede.
Tiene 25 años y es el actor del momento. El que más fans arrastra a los cines. Una película cambió su vida: 'Crepúsculo'. De eso hace tres años. Con lo que es y lo que representa, todavía es capaz de no retrasar sus entrevistas en base a sus necesidades y/o caprichos. Si se tiene que quedar sin comer, se queda sin comer.
Y así, sin pegar bocado, ha empezado su encuentro digital. Eran las 15h30 y llevaba desde mediodía respondiendo a preguntas, tratando de conseguir más espectadores para 'Agua para elefantes', su última película.
Sorprendentemente, no lleva una corte de asistentes con asistentes de asistentes. Al encuentro solo le acompaña una persona de Hispano Foxfilm, distribuidora de la película. Es Elena Vázquez, con la que tiene evidente complicidad. Está cerca por si necesita algo. Y para controlar el tiempo. La agenda está ajustada al milímetro. Cada minuto de su agenda vale dólares. Muchos dólares.
Respuestas concisas
Lleva una camisa de manga corta sobre una camiseta. Y unas zapatillas sin cordones. Al preguntarle, Robert Pattinson mira a los ojos. Sin pestañear. Al responder, pierde la mirada en un punto. Se concentra en lo que quiere transmitir. Y lo dice, rapidito. Sin perderse en la respuesta.
De vez en cuando, se toca el pelo. Se lo coloca y recoloca. Un mecanismo de defensa convertido en tic. Se toca el pelo cuando quiere ganar tiempo, cuando se siente intimidado, cuando sale el tímido que hay en él.
Lo ha hecho varias veces durante el encuentro digital, pero todavía más cuando ha posado frente a los insaciables fotógrafos en el 'photocall'. La mano, al pelo. Ahora lo tiene de un extraño color, un rojo que no es rojo.
'Here, Robert' ('Aquí, Robert') le pedían fuera de la carpa del circo donde ha posado frente a los reporteros, uno de los tres sitios que ha pisado de Barcelona en esta visita fugaz. Los otros dos son el Hotel Arts, donde ha estado recluido, y el Cine Comedia, donde fue el domingo la première a la que acudieron más de 1.000 fans. Algunas llevaban acampadas en la puerta desde el viernes.
Pero ya conocía la ciudad. En Barcelona estuvo viviendo para rodar 'Sin límites' ('Little ashes'), en la que interpretaba a Dalí. Fue el primer papel en el que realmente se metió a fondo, según ha revelado en el encuentro. También ha dicho sin dar rodeos que echa de menos el anonimato, que no deja de escribir canciones, que se ve trabajando en cine desarrollando también otras facetas, que cada vez se ve a sí mismo menos enigmático y que le gusta no hacer nada cuando tiene tiempo libre.
Poco tiempo tendrá en los próximos meses porque a la promoción de 'Agua para elefantes' (que le lleva ahora a Londres y después a Australia, siempre con el director y con Reese Witherspoon formando troupe), tendrá que sumar el maratón de entrevistas y posados por 'Amanecer', la tercera parte de la saga 'Crepúsculo', y rodar con David Cronenberg. Que se dice pronto.
"Creo que he tenido mucha suerte", ha dicho en el encuentro, al preguntarle por el comprensible hartazgo del fenómeno que protagoniza. Jacob, su personaje en 'Agua para elefantes', coge un tren (literalmente) que le cambia la vida. Y de un apocado estudiante se convierte en el chico por el que todas suspiran. Hay un momento en la película en que dice "No sé si ese tren me escogió a mí o yo a él". Pues eso.
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